lunes, 5 de septiembre de 2016

CATALINA DE ERAUSO: LA MONJA ALFEREZ

Me llena de orgullo y satisfacción (y eso que no soy de "sangre azul"...) escribir este post sobre #mujeresquesonhistoria. Hace algunos años que me dieron a conocer a ésta rebelde sin causa, que fue capaz de conseguir lo que quiso aunque el camino estuviera plagado de pedruscos...




UNA INFANCIA REBELDE


Catalina nació en 1585 en San Sebastián, en el seno de una familia acomodada. Su padre, importante militar comandante de la provincia vasca a las órdenes del rey Felipe III, la internaría a la temprana edad de 4 años en un convento de monjas dominicas junto con dos de sus hermanas. 

Poco pudieron hacer las monjas con una muchacha de tal carácter, así que pronto decidieron trasladarla a otro monasterio, donde las normas eran mucho más estrictas. Allí vivió hasta los 15 años, educándose según los criterios del catolicismo y aprendiendo "las labores propias de su sexo" para posteriormente poder ser desposada "como Dios manda". 
Tras varios enfrentamientos y habiendo incluso llegado a las manos con una novicia viuda llamada Dña Catalina de Aliri, fue recluida en su celda. 
Mas no habían muros suficientemente gruesos para detener a la joven Catalina: la víspera de San José del año 1600, encontró las llaves del convento colgadas en un rincón y aprovechó para huir sin ser vista.


LA TRANSFORMACIÓN Y SU ETAPA DE PRÓFUGA


Liberada de su encierro, se echó al monte, donde vistió ropajes de hombre que encontró y cortó su melena. Su rostro ya era bastante masculino y su "falta de hermosura" la hizo pasar desapercibida, circunstancia que aprovechó para trabajar como paje de diferentes señores importantes y viajar a otras ciudades como Vitoria, Valladolid o Estela encargándose de diferentes trabajos y aprendiendo latín.

Finalmente decidió regresar a su ciudad natal, donde convivió como varón e incluso interactuó con miembros de su familia sin llegar a ser reconocida. Pasado el tiempo llegó al Puerto de Pasajes (en Guipuzcoa) donde embarcó hacia San Lucar de Barrameda donde consiguió un puesto de grumete que le llevó al destino soñado durante años: las Indias.


AVENTURAS EN AMÉRICA


Llegó a Perú, donde ejerció como comerciante, pero sus constantes riñas con diferentes contrincantes la llevaron a vivir constantemente de un lado a otro, viajando así por diferentes ciudades como la actual Venezuela, Ecuador y finalmente se alistó a las órdenes del Capitán Gonzalo Rodríguez que en aquel entonces andaba embarcado en la conquista de Chile. Allí luchó contra los indios mapuches ganando la fama de ser valiente y hábil con las armas sin que fuera descubierta su verdadera identidad. 

En la batalla de Valdivia consiguió el grado de Alférez e incluso, hubiera llegado a capitán de no ser por las envidias que despertaba y por ciertos rumores que la acusaban de ser cruel y despiada.
Presa en diferentes cárceles por rencillas y disputas, llegó incluso a ser condenada a muerte logrando escapar. 
En 1623, al ser detenida de nuevo, pidió clemencia al obispo Agustín de Carvajal, al que confesó que era en realidad una mujer y que había estado en un convento. 
El Obispo hizo llamar a unas matronas que confirmaran el hecho e incluso aseveraron que era virgen, por ello la iglesia tuvo en consideración protegerla y mandarla de nuevo a España.

DE VUELTA


Ya en España, Felipe VII la recibió en persona, concediéndole una pensión por sus servicios a la corona en la conquista de Chile. No solo eso, el monarca respetó su graduación militar a la vez que le permitió seguir usando su nombre masculino.


Pero esto no acaba aqui: de sus andanzas y aventuras se hizo eco en toda Europa y en un viaje a Roma, el papa Urbano VIII, admirado por la presencia de tal personaje, la autorizó a continuar vistiendo de hombre.

Se despidió de Italia, y de su vida militar, en 1626 con un enfrentamiento con un cardenal que le reprochó que “no tenía más defecto que ser español”, a lo que Catalina respondió orgullosa: “A mí me parece, señor, que no tengo otra cosa buena”.

En 1630 volvió a America, donde murió (aun sin certeza del lugar y fecha exactos) hacia el año del Señor de 1650.








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